Beneficios de la terapia asistida con perros en situaciones de acoso escolar

El acoso escolar o “bullying”, en inglés, implica maltrato e intimidación. Según el estudio publicado por el diario “El País”, en nuestro país un 9,3% de los escolares han sido víctimas de acoso por parte de sus compañeros, siendo la incidencia más alta en el caso de los adolescentes. La terapia asistida con perros presenta beneficios para las personas que han sufrido acoso escolar.

En situación de acoso, la víctima se encuentra en una posición de la que es muy difícil salir por medios propios. Por una parte, la indefensión aprendida que conlleva la experiencia que se está viviendo provoca en la víctima estados emocionales negativos; según Oñate y Piñuel (2007) la sintomatología más habitual es: estrés postraumático, ansiedad, baja autoestima, depresión, problemas de integración en el aula y por lo tanto disminución en el rendimiento escolar. 
Por otra parte, en el caso de los acosadores, según los estudios realizados por Olweus (1983) y Collell y Escudé (2006), pueden darse criterios relacionados con trastornos del comportamiento como podrían ser el trastorno disocial, el trastorno negativista desafiante y el TDAH. 
En consecuencia del alto nivel de incidencia del acoso escolar, y de la importante problemática psicológica que implica, es sumamente importante llevar a cabo programas para su tratamiento y también para su prevención. En estos dos sentidos la terapia asistida con perros, por si misma y/o acompañada de abordage cognitivo, resulta un medio de intervención efectivo. Ello es debido a que los canes asumen el rol de facilitador de la terapia (Buil, Canals y Balagué, 2012) ya que sus conductas son auténticas, están desprovistas de todo tipo de comunicación compleja o engañosa como por ejemplo la ironía o la metáfora, facilitan la creación del vínculo entre terapeuta y paciente abriendo la puerta a la interacción, aumentando la capacidad empática y la expresión de las emociones (Gutiérrez, Granados y Piar, 2007; Martínez, 2008; Putz, 2014). Especialmente en el caso de los adolescentes, los perros facilitan que los escolares muestren sus emociones al mismo tiempo que llevan a cabo el rol de catalizador del aprendizaje y distractor de los problemas (Ortiz, Landero y González, 2012). 
Los perros nos transmiten seguridad percibida (Fine, 2003) ya que no nos hacen sentirnos juzgados. Este hecho es muy notorio especialmente en el caso de niños y adolescentes, debido a su predisposición innata a asociar animales amigos con la seguridad y la confianza. En este sentido, experiencias personales me permiten coincidir plenamente con la afirmación siguiente: “se puede hablar, conversar con ellos, y a menudo hacerles confidencias, con la esperanza de tolerancia y comprensión y casi sin interrupciones” (Martínez, 2008, p.17). 
Por otra parte los perros ofrecen una perspectiva lúdica a la terapia, proporcionan beneficio físico ya que ayudan a la relajación, a veces simplemente observándolos, y por tanto facilitan la capacidad de autocontrol de los comportamientos agresivos. 

Beneficios de la terapia asistida con perros en situaciones de acoso escolar:

La terapia asistida con perros ayuda a trabajar:

  • Confianza.
  • Seguridad percibida.
  • Vinculo grupal.
  • Integración sensorial.
  • Reducción de la ansiedad.
  • Reducción del estrés.
  • Autocontrol de la impulsividad y la agresividad.
  • Reducción de los estereotipos.
  • Desarrollo de la afectividad.
  • Mejora de la comunicación.
  • Mejora de la interacción social.
  • Mejora de la autoestima.
  • Potenciar la gestión de emociones.
  • Potenciación de la empatía. 
Las actividades que se realizan entre escolares y el perro durante las sesiones de terapia incluyen trabajar los siguientes aspectos y dimensiones:
  • Atribución de logro con emociones positivas.
  • Respuestas asertivas mediante modelaje dentro de la interacción con el perro.
  • Estimulación de situaciones placenteras.
  • Gestión asertiva de las emociones.
  • Control de los estados emocionales negativos.
  • Relajación para neutralizar la ansiedad y prevenir la ansiedad anticipatoria.
  • Autocontrol del miedo a partir de las conductas del perro.
  • Imaginación guiada de las evocaciones traumáticas con el perro como actor y planteamiento de respuestas alternativas más asertivas.
  • Cuestionamiento de los comportamientos perturbadores con el perro como actor.
  • Reconstrucción de la experiencia con el perro como actor y propuesta de conductas alternativas más asertivas. 
A la hora de buscar soluciones al fenómeno del acoso escolar, estos aspectos y dimensiones se pueden relacionar tanto con la situación de víctima como con la de acosador, es por ello que la terapia asistida con perros no solo permite, de forma efectiva y eficiente, el abordage de la sintomatología originada por el acoso escolar, si no que también permite llevar a cabo una serie de actividades preventivas las cuales se pueden diseñar y adaptar al entorno escolar concreto.
En relación a todo el proceso terapéutico, también en relación a las actividades preventivas, un aspecto muy importante a tener en cuenta es la participación de progenitores y profesorado, actores también implicados en el contexto del fenómeno del acoso escolar (Collell i Escudé, 2006; Rodríguez, 2008). 
En el sentido de la importancia de esta implicación, la terapia asistida con animales asume un papel significativo ya que la interacción humana-animal lleva a cabo un efecto catalizador sobre la cohesión social, el juego cooperativo y la promoción de contacto social positivo, entre los miembros del grupo, y con otras personas. Ante los animales de compañía, los adultos se implican con más facilidad en la actividad y los niños se sienten más tranquilos y sin presiones (Gutiérrez et al., 2007). 
Por lo tanto, analizadas las características del fenómeno del bullying, el valor del soporte emocional que nos pueden ofrecer los perros y la positividad de la interacción humano-animal, podemos inferir una expectativa de éxito de este tipo de terapias en relación a la situación de acoso escolar. 
María Victorina Arrabal Martín
Graduada en Psicología.

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