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Cuidar de un familiar: un trabajo 24/7

El 85% de las personas dependientes en España son atendidas por un familiar. Y en el 88% de los casos tienen un solo cuidador principal. Un cuidador que se dedica a esa tarea prácticamente las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Es fácil, muy fácil, verse sobrepasado por la situación.

La necesidad de tener cuidado de un familiar suele llegar en la mayoría de los casos cuando uno ya está pensando más en la jubilación y en disfrutar de lo que queda. Si además se asocia a una enfermedad degenerativa, el cambio brusco de planes viene acompañado de fuertes impactos emocionales por las pérdidas cognitivas de la persona cuidada. Porque nadie está preparado para eso.

Por eso, por el nivel de exigencia que conlleva esta tarea, sin prácticamente momentos de respiro, es habitual que los cuidadores acaben con lo que se denomina síndrome del cuidador quemado. O sea, sobrepasado por las circunstancias, por la sensación de dedicarle todos los esfuerzos pero sin llegar a los resultados deseables, por el sentimiento de culpa por no hacerlo todo lo bien que uno querría, por el desgaste físico y emocional que conlleva y que impiden realizar otras actividades.

Señales de alarma

No es fácil detectar cuando se está al borde del abismo, pero hay algunas señales de alarma que se pueden tener en cuenta:

-la sensación de no tener tiempo libre y de vivir exclusivamente para la persona dependiente

-agotamiento, palpitaciones, temblor de manos, molestias digestivas, fluctuaciones de peso sin control, insomnio o cambios de humor

-problemas de memoria y de concentración

-menos interés en las relaciones familiares o sociales, en el ocio y en el entretenimiento

Todas estás señales las analizó con detalle el director médico de Dependentia, Enrique Gómez, en el último Fórum Atlàntida, dedicado precisamente a las personas que cuidan familiares. Podéis verlo completo aquí.

Prevención: pide ayuda

La sensación de desbordamiento empeora cuando más solo se siente el cuidador. Disponer de un núcleo familiar que pueda echar una mano contribuye a hacerlo todo más llevadero. Y además se comparten las preocupaciones y se evita tener la sensación de que la familia nos hace culpables de la situación.

También hay otras herramientas de prevención, como informarse de la enfermedad, cómo evoluciona y qué atenciones son las más recomendables. Otro punto importante es invertir tiempo en uno mismo: en cuidarse, en descansar, en desconectar, en hacer ejercicio y en mantener las relaciones sociales. Porque la persona dependiente no nos debe absorber hasta el punto de anularnos. Finalmente, debemos pedir ayuda y recursos, ya sean públicos, privados o a la familia.

Recomendaciones

El doctor Gómez también enumera una serie de recomendaciones para evitar el colapso del cuidador:

-conocer nuestros límites

-marcarnos objetivos a corto plazo

-pedir información y asesoramiento

-dedicarnos tiempo a nosotros mismos

-compartir responsabilidades

-no sentirnos culpables


Nadie está preparado para asumir al completo y casi de un día para otro el cuidado de una persona dependiente. Informarse sobre los recursos asistenciales que tenemos a nuestro alcance nos puede servir de gran ayuda. Hay soluciones puntuales o temporales, por ejemplo, que nos pueden aportar un gran alivio.

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