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El día a día con fatiga crónica

El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido con el nombre de encefalomielitis miálgica, es una enfermedad caracterizada por una fatiga persistente e invalidante incluso ante pequeños esfuerzos, que muchas veces no mejora con el reposo y puede llegar a ser muy invalidante. Suele afectar a gente joven y de mediana edad, de entre veinte y sesenta años, y, sobre todo, a mujeres.

La severidad de la fatiga crónica es muy variable. Hay casos en los que la persona afectada presenta grandes problemas relacionados con sus capacidades físicas y cognitivas, y en los que muchas acciones de la vida cotidiana se ven limitadas. En cambio, hay personas que sufren fatiga crónica cuyos síntomas son mucho más leves y pueden llevar una vida más o menos normal. Los síntomas más habituales suelen ser dolor muscular, falta de concentración y/o pérdida de memoria e insomnio.

Actualmente, el SFC se incluye en el grupo de Síndromes de Sensibilización Central,un concepto relativamente reciente que engloba diferentes procesos, como la fibromialgia, el intestino irritable o la sensibilidad química múltiple, entre otros, y que se caracteriza por una hipersensibilidad (es decir, una activación y respuesta desmesurada del sistema nervioso delante de fármacos, estrés, infecciones o productos químicos) que se mantiene en el tiempo, aunque haya desaparecido el estímulo que lo ha desencadenado.

Todos estos procesos comparten una gran cantidad de síntomas, como fatiga, dolor generalizado, alteraciones cognitivas (como la dificultad de concentración, la lentitud mental y la pérdida de memoria), sueño no reparador o alteraciones gastrointestinales, siempre sin una causa detectable que aparentemente las justifique.

¿Qué causa la fatiga crónica?

Todavía se desconoce el motivo por el cual esta enfermedad se presenta en algunas personas y en otras no. No obstante, algunos estudios parecen indicar la posibilidad de nacer con una predisposición al trastorno, que después se desarrolla por una combinación de factores. Algunos de los posibles desencadenantes que se están estudiando comprenden:

  • Infecciones virales. Debido a que algunas personas desarrollan el síndrome de fatiga crónica después de padecer una infección viral, los investigadores se preguntan si es posible que sean los virus los que desencadenan el trastorno. Entre los virus sospechosos se encuentran el virus de Epstein-Barr, el virus del herpes humano 6 y los virus de la leucemia del ratón. Todavía no se ha encontrado un vínculo concluyente.
  • Problemas del sistema inmunitario. El sistema inmunitario de las personas que tienen síndrome de fatiga crónica parece estar levemente afectado, pero no está claro si este deterioro es suficiente como para causar efectivamente este trastorno.
  • Desequilibrios hormonales. Las personas que padecen el síndrome de fatiga crónica a veces también presentan niveles anormales en sangre de las hormonas que se producen en el hipotálamo, en la hipófisis o en las glándulas suprarrenales. Aún así, todavía se desconoce la importancia de estas anormalidades.

Los síntomas más habituales

Para confirmar un diagnóstico de fatiga crónica, los especialistas suelen tener en cuenta la duración de los síntomas que presenta el paciente. Por lo general, cuando los problemas persisten más de seis meses sin ninguna otra causa aparente, los médicos empiezan a establecer un diagnóstico más preciso de la patología.

El síntoma más característico del SFC es el cansancio y la fatiga intensa que no desaparece con el descanso y que limita las actividades típicas de la vida diaria. Pero, ¿qué otros síntomas presenta la enfermedad?

  • Dolor de las articulaciones y de los músculos, así como debilidad muscular
  • Dificultad para concentrarse y pérdida de memoria.
  • Dolores de cabeza frecuentes.
  • Trastornos digestivos.
  • Trastornos del sueño y de los estados de ánimo, como la depresión, la ansiedad o la irritabilidad.
  • Dolor de los ganglios linfáticos.

¿A todos les afecta por igual?

Después de años de experiencia con enfermos de SFC, algunos especialistas que la investigan ofrecen una valoración de la fatiga en cuatro estadios, aceptada por CATSALUT, dependiendo del grado de repercusión que la enfermedad incide en la calidad de vida y las actividades cotidianas del enfermo.

  • 1. Fatiga leve. Permite que el enfermo tenga una vida prácticamente normal y no le limita para las actividades laborales, ni tampoco para los planes de ocio. La fatiga aparece frecuentemente después de hacer un ejercicio o actividad que se sale de lo normal. Puede hacerse más evidente si hay procesos que coexisten con ella, como una enfermedad infecciosa o alguna circunstancia que altere su ritmo normal vital, por ejemplo, no dormir bien durante una temporada. En este grado de fatiga, el entorno del enfermo no nota con facilidad la sintomatología. 
  • 2. Fatiga media. La enfermedad supone una interferencia más importante y constante en la vida del enfermo. La persona afectada a veces no puede acabar algunas tareas que había iniciado y fracasa en los objetivos prefijados. Puede requerir bajas laborales episódicas. 
  • 3. Fatiga severa. El enfermo en este punto ya no puede trabajar, solo puede hacer algunas actividades de baja intensidad y de forma transitoria. La enfermedad invalida al enfermo para realizar cualquier tarea que suponga un cierto esfuerzo continuado.
  • 4. Fatiga avanzada. Es una situación de agudización transitoria hasta el punto que el paciente no se puede mover de la cama y precisa ayuda para llevar a cabo cualquier actividad básica.

Tratamientos para el SFC

Actualmente todavía no hay un tratamiento capaz de curar el síndrome de fatiga crónica. Por ese motivo, el objetivo de los médicos es realizar un tratamiento sintomático (reducir o eliminar los síntomas de la enfermedad), para que el paciente pueda tener una mejor calidad de vida, con las menores limitaciones posibles.

Un buen diagnóstico y contar con una correcta información sobre la patología son la base inicial del tratamiento, que puede ir acompañado de fármacos (analgésicos, antidepresivos, medicamentos para la ansiedad), ejercicio físico adaptado, soporte psicológico o técnicas de relajación.

Consejos para sobrellevar la enfermedad

¿Qué pueden hacer los enfermos del síndrome de fatiga crónica para mejorar su día a día? En España existe la Asociación de afectados por el Síndrome de Fatiga Crónica (ACSFCEM), que da apoyo y orientación a personas con SFC con atención personalizada en la sede de la asociación y también por vía telefónica y telemática. Esta entidad asegura que, para facilitar la vida a las personas con fatiga crónica, es muy importante tener en cuenta estas acciones:

  • Educar al paciente sobre la enfermedad. Proporcionarle información, orientación y ayudar a que sepa donde se sitúa su umbral de energía, para que no lo supere.
  • Pedir ayuda, siempre que sea necesario, a asociaciones de enfermos.
  • Vigilar el proceso de forma continua para controlar la posible aparición de otras enfermedades.
  • Tener una actitud positiva en relación a la enfermedad, evitar el aislamiento del enfermo y potenciar las relaciones afectivas y el tiempo de ocio.

Si crees que tienes algún síntoma de SFC, pide consejo a tu médico. Él te ayudará a esclarecer si padeces la enfermedad y te dará consejos que servirán para mejorar la calidad de vida en tu día a día.

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