El diagnóstico del TDAH: Tarea complicada para padres, profesores y profesionales de la salud:



Conviene decir que el diagnóstico del TDAH es clínico, pero que a pesar de ello, no hay ningún test específico para llevar a cabo el diagnóstico. Los cuestionarios permiten objetivar la conducta que la familia y la escuela han observado, mientras que la valoración cognitiva nos permite evaluar de forma objetiva  puntos fuertes y puntos débiles,  además de los posibles problemas de aprendizaje.
A pesar de que la edad media de inicio de los síntomas se sitúa entre los cuatro y los cinco años, el diagnóstico en edad preescolar suele ser más complicado, debido a que los síntomas pueden ser considerados normales para esa edad. Lo que finalmente orientará hacia la ocurrencia del trastorno, será la intensidad, la frecuencia y la repercusión. El diagnóstico se acostumbra a realizar en el inicio de la Educación Primaria, debido a la presencia de problemas de rendimiento escolar, de dificultades atencionales, para establecer hábitos y rutinas y disfunción social. La evaluación para llevarlo a cabo se desarrolla en tres ámbitos: evaluación familiar, evaluación escolar y evaluación psicológica:

  • Evaluación del ámbito familiar: se realizar a través de una entrevista detallada a los padres y al niño, en la que se efectúa un análisis sobre el ambiente familiar y social, además de una exploración de la capacidad de atención, la impulsividad y la hiperactividad.
  • Evaluación escolar: se lleva a cabo una historia académica y de comportamiento del niño en el aula. También pueden realizarse pruebas de lenguaje o específicas de aprendizaje, si se sospecha de la existencia de un trastorno específico del aprendizaje.
  • Evaluación psicológica: se trata de conocer el desarrollo cognitivo y emocional del niño. Existe una gran variabilidad en el coeficiente intelectual de estos niños, y además, el TDAH acostumbra a provocar un rendimiento escolar más bajo que el esperable si se tiene en cuenta el nivel de inteligencia. Por todo esto, la valoración neuropsicológica explora otras funciones como la memoria de trabajo, la memoria visual y verbal, la expresión y comprensión del lenguaje, la capacidad de organización y planificación de la conducta y los aprendizajes académicos más elementales (lectura, escritura y aritmética).

 Una vez se ha llevado a cabo la evaluación, se clasifica el trastorno en base a tres grados de severidad:

  • TDAH leve: cumple los criterios, pero tiene un mínimo impacto en la calidad de vida, por lo que puede ser contenido a nivel familiar.
  • TDAH moderado: cumple los criterios, impacta en la calidad de vida y puede ser contenido a nivel familiar.
  • TDAH severo: cumple los criterios, impacta en la calidad de vida y es imposible que la familia lo contenga.
Además de las diferencias que encontramos en cuanto a la severidad, pueden diferenciarse tres tipos de manifestaciones clínicas, que se corresponden con las tres tipologías del trastorno:
  • TDAH-DA: predominantemente inatento. El síntoma principal es el déficit de atención. Es más frecuente en niñas que en niños (el 30% de las niñas afectadas por el TDAH frente al 16% de los niños afectados).
  • TDAH-HI: se caracteriza por la hiperactividad y la impulsividad. Es el que menos incidencia tiene de los tres tipos (se da en el 5% de las niñas afectadas y en el 4% de los niños).
  • TDAH-C: se trata del patrón de comportamiento más habitual. Es la combinación de  los síntomas de déficit de atención con los de hiperactividad  e impulsividad. Lo encontramos en el 80% de los niños afectados frente al 65% de las niñas.
    Las dificultades de aprendizaje que son características en este trastorno, vendrían dadas por los “problemas” asociados al propio trastorno (problemas adaptativos y de conducta, déficits cognitivos específicos del TDAH como las funciones ejecutivas,…) y por los trastornos del aprendizaje asociados (dislexia que es el más frecuente, trastorno del aprendizaje no verbal y otros como la discalculia y los trastornos del lenguaje).
    De esta forma, tenemos que el TDAH repercute en  la función ejecutiva, y por tanto, en las diferentes áreas del aprendizaje:
    • Lectura: Errores de omisión en la lectura de textos (letras, palabras y nexos funcionales), lectura rápida y comprensión lectora deficiente → Dislexia
    • Escritura: Mala letra, desproporcionada, desorganizada, mucha precisión sobre el lápiz. Errores que aumentan en copias largas y bajo nivel ortográfico (arbitraria) Disgrafia
    • Matemáticas: cálculo mental, errores en operaciones y problemas → Discalculia
    • Dificultades globales: desorganización, falta de planificación de tareas y gestión del tiempo.
    Desgraciadamente, el TDAH presenta una gran comorbilidad con otras patologías. Gillberg (1989) señala que el 87% de los niños que cumplen con todos los criterios del TDAH tenían, al menos, un diagnóstico comórbido, y que el 67% cumplían criterios para un mínimo de dos. Este hecho, que modifica la presentación clínica y se relaciona estrechamente con el pronóstico, influirá en el tratamiento a escoger para tratarlo. Los trastornos y patologías que con más frecuencia se asocian al TDAH son:  dislexia (9-38%), disfasia (20-40%), discalculia, trastorno de ansiedad (20-25%), trastorno de conducta (20-40%), trastorno negativista desafiante (40-60%), trastorno bipolar (15-20%), síndrome de Tourette y TOC (40%), trastorno generalizado del desarrollo (65-80%) y trastorno del desarrollo de la comunicación (47%).

    De todo esto podemos concluir que el TDAH es un trastorno que preocupa de forma cada vez más frecuente a los padres, a la comunidad educativa y a la sociedad en general.  Representa hasta el 40 % de las consultas en los servicios de psiquiatría infanto-juvenil.  Sin embargo, hemos visto en estas líneas que no es fácil de diagnosticar y que, además, implica diferentes factores que influyen en su desarrollo como la edad, los factores culturales, la comorbilidad con otros diagnósticos,…  Nuestro consejo a los padres que puedan sospechar que sus hijos pueden estar afectados por este trastorno, es que consulten a un servicio de diagnostico especializado, y que a  partir de ahí, confíen en los tratamientos que los especialistas determinen.   
    En esta entrada, hemos podido ver las dificultades que nos encontramos a la hora de diagnosticar a niños con TDAH. En la siguiente, hablaremos de la intervención desde la familia, los centros educativos y los profesionales de la salud, y de los tratamientos que se utilizan con mayor frecuencia.

    Aritz Arozarena
    Equipo de psicología – Dependentia

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    1. Unknown

      Un articulo muy aclaratorio. Esta bien que se informe de estos temas, pero a veces se alarma a la gente poco más, en este caso no es así. Espero que pronto pongais la parte del tratamiento.

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