El LSD, ¿puede facilitar la aceptación de la muerte?


Todos sabemos que la vida viene marcada por dos acontecimientos clave. El nacimiento y la muerte. Desde el mismísimo instante en que salimos del útero materno nuestro reloj biológico se pone en marcha.
Probablemente, en las primeras etapas de nuestra vida no somos conscientes del paso del tiempo. Sentimos que el tiempo es eterno, infinito, imperturbable. ¿Cuántos de nosotros no hemos pensado que nuestra madre siempre ha existido para ser lo que es, nuestra madre? ¿O que esas personas que llamamos abuelos, siempre han sido así, llenos de arrugas, un poco lentos y con desbordante cariño? Todo congelado, esperando por nosotros. Pero llega un punto en el que despertamos de ese dulce sueño. No tardamos en asimilar la enorme importancia que tiene el tiempo en nuestras culturas, y que este tiempo es finito. En realidad, todo en el mundo tiene un fin. Es entonces cuando surge en nosotros la pregunta ¿Y después, qué pasa después?
El ser humano siempre se ha caracterizado por tener un gran temor y curiosidad hacia lo desconocido. Una respuesta a esto son las religiones, las cuales buscan dar respuesta a todo aquello que se nos escapa de las manos ¿Y qué mayor misterio que el sueño eterno? Pese a que todas las religiones dan respuesta a este evento inevitable de nuestras vidas, no todo el mundo está satisfecho con esa explicación. Incluso el mayor creyente de todos probablemente presente dudas al verse cara a cara con la muerte.
Por lo general la sociedad está más preocupada por dar consuelo a los que se quedan atrás que por aquellos que deben enfrentar el limbo. Todos hemos oído hablar alguna vez de las fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Aunque ambas partes pueden recibir apoyo psicológico durante el proceso, siempre que el afectado no sufra una muerte repentina, las inseguridades pueden mantenerse.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo podemos ayudar a las personas en esta última transición de nuestras vidas?
Sorprendentemente, la solución podría hallarse en una substancia tan prohibida y tabú como lo es el LSD. Una droga psicodélica creada en un laboratorio accidentalmente hace casi 80 años y prohibida, posteriormente, en todo el mundo debido a su frenético consumo durante la movimiento Hippie. Sin embargo, recientemente un grupo de investigadores, liderados por Peter Gasser, recibieron la autorización del gobierno de Suiza para realizar un estudio con pacientes terminales y la utilización de esta droga, para facilitar el proceso de asimilación de la muerte.
El experimento contó con la participación de un total de 12 pacientes terminales. Estos fueron divididos en dos grupos, uno de 8 personas que recibieron dosis altas de LSD, 200 microgramos, y un segundo grupo control de 4 personas, y que recibieron dosis bajas, de apenas 20 microgramos. Ambas dosis generaron en los usuarios una respuesta, aunque en el caso de la dosis reducida, la reacción fue menor.
Los resultados demuestran que las personas que recibieron dosis altas redujeron significativamente su nivel de ansiedad con respecto a la muerte, en comparación con sus niveles iníciales y de los pacientes del grupo control, los cuales incluso llegaron a aumentar ligeramente sus niveles de ansiedad. Esta ansiedad reducida se mantuvo constante incluso un año después de la intervención en aquellos pacientes que permanecían con vida para aquel entonces. No está claro el motivo exacto de esta reducción, pero hizo a los pacientes mucho más conscientes de su vida y de la importancia de la misma, quitando importancia al cáncer.
Hay que resaltar que todos los pacientes recibieron a su vez terapia psicológica como apoyo al medicamento. Tampoco hay muchas replicas que lo corroboren, salvo casos aislados, y la muestra del estudio es reducida. Habrá que esperar unos años para descubrir si este innovador descubrimiento tiene alguna salida. De momento, Gasser y su equipo cuentan con el beneplácito del gobierno de Suiza para continuar con sus estudios en los próximos años.
Paula Montes
Equipo de Dependentia

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