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Los síntomas de la ataxia

Ataxia: ¿cómo se puede tratar?

La ataxia es un trastorno motor que se caracteriza por una pérdida o disminución de la capacidad de coordinación de los movimientos, pero sin llegar a paralizar los músculos. Por eso, las personas con ataxia tienen problemas para mantener el equilibrio o la postura corporal, incluso dificultades con el habla.

La ataxia es un trastorno motor que afecta la movilidad de los dedos, las manos, los brazos, las piernas y otros músculos del cuerpo. Las personas con esta enfermedad son incapaces de controlar movimientos voluntarios o realizarlos.

Conforme la enfermedad avanza, los músculos empiezan a no responder a las órdenes del cerebro, lo que provoca los problemas de coordinación y equilibrio. Produce inestabilidad al caminar y dificultad para la realización de movimientos de precisión y, en muchos casos, acaba generando también temblor.

También puede alterar el habla, los movimientos oculares o los movimientos necesarios para tragar (deglución). A veces, aparecen dificultades para articular palabras o para controlar el tono o el volumen de la voz.

¿Por qué se produce?

En la coordinación del cuerpo entran en juego diversas partes del sistema nervioso. Si alguna de estas zonas sufre algún daño, puede causar descoordinación. Es lo que sucede en el caso de la ataxia: la mayor parte de los procesos que la provocan causan la atrofia de las células del cerebelo.

La ataxia es una enfermedad progresiva que acaba causando dependencia. Hay muchas afecciones que pueden causar ataxia: el abuso de alcohol, los accidentes cerebrovasculares, los tumores, la degeneración cerebral, la esclerosis múltiple, determinados medicamentos y trastornos genéticos.

¿Qué tipos de ataxia existen?

Según la Sociedad Española de Neurología, en España, existen más de 13.000 afectados por algún tipo de ataxia. Las ataxias se suelen clasificar en dos tipos: las esporádicas y las hereditarias.

  • La ataxia esporádica suele aparecer en la edad adulta y no existen antecedentes familiares. Entre estas, se encuentran las ataxias metabólicas, nutricionales y tóxicas, las originadas por el uso de determinados fármacos, por la adicción al alcohol, por trastornos endocrinos, por accidentes vasculares cerebrales o traumatismos craneales…etc.
  • La ataxia hereditaria está causada por un gen presente en el genotipo de las personas que afecta al sistema nervioso. Entre las más comunes están la ataxia de Friedreich y la enfermedad de Machado-Joseph. En concreto, la ataxia de Friedreich es una enfermedad hereditaria que daña el sistema nervioso. Esta patología afecta al cerebro, la medula espinal y los nervios periféricos que controlan los movimientos de los músculos de los brazos y las piernas.

Los síntomas más habituales de la ataxia

Los signos más comunes en las personas con ataxia son:

  • Falta de coordinación
  • Alteración del equilibrio
  • Inestabilidad al caminar
  • Dificultad para permanecer sentado
  • Dificultad para realizar movimientos de precisión
  • Temblor en brazos y piernas
  • Movimientos involuntarios de los ojos
  • Visión doble
  • Problemas para controlar el volumen o tono de la voz
  • Dificultad para controlar la respiración

¿Cómo se trata la ataxia?

El tratamiento de la ataxia depende de su origen y tipología. Algunos pacientes se tratan con intervenciones específicas, como puede ser el caso de algunas ataxias de origen metabólico. O, en ataxias de origen inmunológico, con el uso de fármacos inmunomoduladores. En otros casos, el tratamiento de la causa resuelve la ataxia, por ejemplo, suspendiendo los medicamentos que la originan.

Con frecuencia, estos diferentes tratamientos se complementan con un tratamiento neurorehabilitador específicamente dirigido a los síntomas de cada paciente. En este sentido, el tratamiento de la ataxia está más enfocado a trabajar a escala motora, funcional y logopédica, a través de un programa de terapia que busca mantener la calidad de vida de la persona.

El objetivo es mantener las capacidades motoras, funcionales y de lenguaje y deglución el mayor tiempo posible. Se llevan a cabo ejercicios de fortalecimiento muscular y equilibrio, ejercicios de coordinación o, mediante sesiones de logopedia, se enseña al paciente a mejorar la deglución.

Por otro lado, un terapeuta del habla y el lenguaje ayuda con la dificultad para hablar. Para que la voz suene más clara, este especialista recomienda, entre otras rutinas, hablar más despacio, usar técnicas de respiración o cambiar la postura para mejorar la calidad de la voz.

Finalmente, también existen tratamientos preventivos que evitan las contracciones, los espasmos musculares y otras complicaciones que surgen en estos pacientes. Y se pueden utilizar diversos dispositivos adaptativos, como los andadores o los bastones, que facilitan la independencia de las personas con ataxia. 

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